Domingo 22 de febrero, suena el despertador. Me pongo en pie y, aún somnoliento, comienzo mi ritual antes de una carrera. Desayuno 2:30 horas antes y puesta a punto para la ocasión.
Salgo rumbo a Mieres. Llego a las 10:00, el frío se hace evidente. Recojo el dorsal y la camiseta en la casa de la Cultura y vuelvo con tranquilidad al coche para, una vez allí, poner rumbo a la línea de salida. Completo 10 minutos de calentamiento, no hay muchos corredores, alrededor de 200, pero se huele que los que han ido hasta allí acreditan buenas marcas. Me cruzo con una cara conocida y nos saludamos: Rocío Ríos a la postre segunda en la clasificación femenina.
A las 11 en punto se inicia la carrera. Son 10 km en un circuito de 3 vueltas, donde el primer km es en subida y los últimos 300 metros de cada vuelta también. Duro, duro, duro. Salgo con el objetivo de completar la prueba por debajo de 45 minutos, a pesar de llevar entrenando apenas dos semanas por motivos de salud. El primer km lo hago a 4.20, los tres siguientes a 4.15 y a partir de ahí llega el sufrimiento y las consecuencias de la falta de entreno. Pero bueno, los Xixón Runners tiramos siempre de casta y nos crecemos ante la adversidad para intentar cumplir nuestro objetivo: disfrutar de nuestra pasión por correr en cualquier situación y circunstancia. Y así lo hice para terminar en un anecdótico 44.30.
Da igual el tiempo, tras acabar la carrera estiro y de vuelta para la villa de Jovellanos, toca vermut con la familia. !Qué más se le puede pedir a la vida!
Texto: Rubén Arrondo
Fotos: MV Foto & Carreras Asturias
