menazaba tormenta cuando, acompañado de mi mujer y mi hija, iniciamos el viaje de ida a Bilbao para correr la “carrera Pirata” de la Bilbao Night Marathon 2015. Un viaje que comenzamos a preparar tras resultar ganador en un sorteo del principal patrocinador de la carrera en el que resulto ganador de uno de los dorsales. Finde fuera, carrera, dorsal gratis… pues vamos a ver que pasa.

Después unas cuantas horas de coche llegamos a Bilbao y comenzamos la búsqueda del Palacio Euskalduna/Euskalduna Jauregia para recoger el doral y visitar la feria del corredor. Recogida del dorsal, una mochila de tela (gigante) y unos manguitos en un mostrador de la planta baja para después acceder a la planta superior donde nos entregan la camiseta y una pulsera de neón para correr por la noche. Tras esto, vuelta a la feria con foto en el photocall, recogida de algún obsequio y ver las grandes ofertas en material deportivo y la sorpresa de ver entrara a Martín Fiz, gran corredor de maratón, al que le pido una foto y a la que se presta con mucha amabilidad y una enorme sonrisa. Gracias máquina.

Cada hora que pasaban los nervios eran cada vez mayores, era mi primer 10.000 sin ningún Xixón Runners cerca, una nueva experiencia que había que probar. Como no sabía como iba a salir la cosa, cargué el reproductor de música con una sesión de rock que me acompañó a lo largo del recorrido.

Una vez puesto el traje de faena, hice el camino de la ría acompañado de Laura y de Sara (gracies mis amores) que me dieron ánimos antes, durante y después de la carrera. Riadas de gente pasaban con ropa de correr, las calles se llenaban de colorido y de buen rollo. Los nervios crecían cada paso que nos acercábamos al Guggenheim, núcleo de la carrera y donde estaban salida y meta.

Llegamos media hora antes, sacamos unas fotos, calenté un poco, abrazos de suerte y al cajón de salida… En mi caso era el 3 (sub 50) ya que aunque pensaba hacer alrededor de 45 preferí curarme en salud y salir con la referencia de mi carrera en Ribeseya.

A las 20:30 los fuegos artificiales, la música al alto la lleva, las gogos en el arco de salida a los 13.000 corredores que allí estábamos, así que 5 minutos después de los primeros pasaba por el arco de salida y comenzaba la carrera. Las estrechas calles hacían que los tapones fueran insalvables, corriendo a ritmos lentos (por favor, la gente que no pueda correr a un determinado ritmo, que no se ponga en los primeros cajones) hasta el kilómetro 2 donde una avenida facilitaba los adelantamientos.

Resaltar que durante todos lo kilómetros había gente animando, niños poniendo la mano para que les chocaras… un buen ambiente que hacía que cada kilómetro, por mucho que se notara el cansancio apretaras para dar el máximo. Tras subir un repecho, en el 5 llegaba el avituallamiento líquido que me vino bien porque tenía la boca seca, mojamos labio y seguimos subiendo y bajando, adelantando gente llevado por lo ánimos del público y la música del mp3.

Así llegamos al 8,5, otro avituallamiento, los gemelos respondían (el mayor miedo que tenía), me refresco, bebo, tiro la botella y al poco, el flato que me acompañó hasta la meta. En el kilómetro 9 aprieto para acabar a tope, intentar arañar segundo pero según voy avanzando y los metros subiendo en el pulsómetro la meta no llegaba. El garmin pita marcando el 10 y todavía quedaban 380 metros en los que intento dar lo último.

Al final una marca de 48:32 en 10.380 metros. Acabo contento pero no satisfecho. Una buena carrera, un gran ambiente y la emoción de ver a los tuyos en la meta. El año que viene repito, igual con más distancia pero seguro que engaño a algún Xixón Runners y vamos a quitarle el pódium a Martín Fiz.

Como crítica constructiva, creo que la organización debe cambiar algunas cosas como la distancia que aunque era homologada salió por encima unos cuantos metros, la salida creo que debe hacerse por prueba para no acumular tanta gente y, por último, el cronometraje tendría que marcar el tiempo real, que hay gente que sale hasta 20 minutos más tarde. Por lo demás, una organización de 10.

Para acabar quisiera darle las gracias al chico de la organización al que tras pedirle que me dejase hacer una llamada para ver donde estaba mi familia me contestó con un “No, que igual te marchas corriendo con él”. Gracias chaval, menos mal que todavía hay gente agradable y humana, como la señora que me dejó el móvil. Muchas gracias a esas señora y a Laura y a Sara por todo.

¡¡Eskerrik asko, hurrengo urtera arte, Bilbo!!

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Texto: David Fernández
Fotos: © Laura Peláez, Koldo Larrea